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domingo, 23 de diciembre de 2007

Pensamiento reflexivo

Las relaciones interpersonales

Dentro del seno familiar se aprende pautas de comportamiento que permiten al sujeto relacionarse con los demás. Sin embargo, dependiendo de cómo se ha dado el "contacto" con otros individuos de la sociedad, este puede reaccionar de una u otra forma. Pero ¿qué está pasando con las personas en la actualidad?, si se le pregunta a los abuelos éstos dicen: que se han perdido los valores, que no se respeta y un sin fin de excusas y pretextos para mencionar que las relaciones personales se han deteriorado mucho en los últimos tiempos. ¿Pero qué se puede hacer? la respuesta es sencilla, tal como la mencionan Humanistas: "la educación debe comenzar lo antes posible".

Es pertinente no sólo inculcar valores y conocimientos a los niños, sino enseñarles a reflexionar, que tengan conciencia de sí y de los demás, que cada individuo piense en sí mismo pero sin obliterar al otro. En estos tiempos hay que rescatar una filosofía que parece nueva pero que no lo es, se trata de la alteridad, esta se remonta a los pensadores griegos Platón y Aristóteles, aparece en el judaísmo, y más recientemente con Hegel, Gadamer y Levinas. Éste último, como su principal exponente.

Levinas inspirado en la tortuosidad de su vida busca sentar las bases para el entendimiento de aquellos que son irrespetados por no tener las mismas cualidades, características, concepciones culturales, condición social, ideología política… de esta visión subyace una concepción denominada alteridad. Ésta consiste en el reconocimiento de un rostro, de una diferencia, del “otro” que por mucho tiempo fue excluido por su condición. Descubrir el rostro del otro significa para el yo la existencia de sí mismo ya que gracias al otro éste sabe que existe; si esto no ocurre se estaría ante una alienación del ser mismo.

Lo que se busca en la actualidad es rescatar esa conciencia moral al rechazar toda violencia con respecto al otro, de manera espontánea, es un yo comprometerme hacia el otro de manera incondicional, esto es lo que fundamenta la humanidad del otro. Levitas busca un pensamiento que tiene su razón de ser en el amor, la ética, la tolerancia y el reconocimiento.

En las relaciones personales, se puede utilizar al otro como si fuera un espejo de mí mismo. Por ejemplo, a veces empezando la mañana, se saluda a otra persona, pero al no saber su estado de ánimo se piensa que ésta va a responder tan animosa como el que saludo, pero se encuentra que le sale con una patada, le responde de forma ofensiva, grosera u otra actitud no agradable. En caso de ocurrir, no se puede prejuzgar a los demás por la primera impresión, se debe dar tiempo para comprender al “otro”, no se sabe por qué la persona asumió esa actitud que no agrado o causó algún malestar en mí.

Es preferible esperar para ver que pasa, no asumir nosotros una posición antagónica ante una determinada actitud, por ejemplo, cuando se saluda y la otra no responde, en otra oportunidad no se le vuelve a saludar. Si en otra ocasión se saluda y no reacciona es simplemente que no quiere entablar conversación con otra persona que le resulte extraña, quizás. En estos casos se siente ira, se piensa que el otro no lo reconoce a uno, que no es mejor que yo… pero muchas veces el yo pretende creer que se piensa por la otra persona, ¡que absurdo! lo que realmente se debe preguntar es ¿quién dentro de mi se molestó?

En la escuela no se enseña cómo tratar con las personas, sólo se limita a enseñar normas del buen hablante y oyente y otras costumbres sociales, pero esa parte esencial de cómo tratar al otro no. Algunos de ustedes, por casualidad habrá descubierto que tienen una habilidad y ésta les permite llevarse muy bien con otros. Gardner (1975) llamó esa sensibilidad personal como inteligencia interpersonal, y la definió como la habilidad de entender a otros individuos: lo qué los motiva, cómo llegan a los consensos y la cooperación entre ellos. La habilidad de canalizar las emociones de otros, para motivarlos, satisfacer sus necesidades.
Todos sin excepción la poseemos, esa capacidad que desde mi “mismidad” fijarme en los estados de ánimo de los demás “otredad” lo que permite diferenciarlos bien sea por sus intenciones, temperamentos o motivaciones.

No pretendo en estas líneas decir que tengo miles de amigos, es tan sólo que es preocupante, por ejemplo, como los vecinos de un barrio o condominio, ni siquiera se saluden porque no les da la gana. Pareciera que cada quien se cierra tajantemente no en las cuatro paredes de su vivienda, también personalmente. El trato personal es responsabilidad compartida, donde no se debe ser tan estricto con los demás, ni con nosotros mismos, ni ser prejuiciosos. Es necesario recordar que erramos y que en la vida necesitamos de los otros para vivir porque si esto no es así, es mejor que nos metamos en una cueva y nos encerremos; esto permite formularnos la siguiente pregunta ¿será conveniente aislarnos en nuestras casas creyendo que lo que está alrededor nos nos atañe o perjudica?

Bibliografía recomendada

Gardner, H. (1975). The Shattered Mind. New Cork. Knopf.

Gil’ Adi, D. (2000). Inteligencia Emocional en Práctica. Colombia: McGraw-Hill.

Microsoft® Encarta® (2007). Emmanuel Levinas. [DVD]. Microsoft Corporation, 2006.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas veces me siento frustrada, tonta, estupida e hipócrita, porque se que la mayoria de mis vecinos hablan mal de mi y eso me consta, sin embargo trato y saludo a mis vecinos, si bien es cierto no a todos, precisamente por no sentirme hipocrita, pero gracias a su comentario entendi que no es hipocresia, es simplemente aprender a ser mejores seres humanos, porque ahorita todo se esta perdiendo. De verdad profesor Ud. ha sido de gran ayuyda, he crecido junto a usted como persona y he aprendido a tolerar a los demas. Garcias, eternamente agradecida
Br. Alejandra Domínguez. Lic. Educ. Mención Matemáticas

roxy diaz dijo...

me parece excelente